viernes, 15 de agosto de 2008

Impulsos

Hace unos minutos aprendí que los impulsos que nos llevan a ser hijos de puta sin motivo alguno, a veces es preferible no seguirlos, o me corrigo, nunca es preferible seguirlos. Todo tiene su contra, y a veces la verguenza o humillación ante actitudes desubicadas aplican a este caso.
¿Estoy tan distinto que ya no me reconozco? Yo no era la persona que hoy fue una basura, yo no era el que pensaba sólo en eso; yo era alguien un poco mejor, quizá una persona mucho más considerada con los demás.

Tal véz actué con sentido de venganza, pero el tiro salió por la culata, y me humillé yo solo, y lo peor de todo, cambie la imagen que esa persona tenía de mi, que creo que era mínimamente decente. Pero eso ya se perdio. Tal vez mañana, o mejor aún, no tal vez ni mañana, sino HOY, pida perdón. Escriba algo para ella para demostrar que me equivoqué, aunque me cueste el orgullo. Pero al verguenza y la culpa son demasiados grandes como para negarlas.

Y creo que llamar a las cosas por su nombre está bien, porque todo comienza por ser sinceros con nosotros mismos. De ahí en más, es probable que todo mejore, y si no mejora, por lo menos se dio el primer paso para reivindicarnos y sentir que no fuimos tan basuras.

lunes, 4 de agosto de 2008

No hay título...

Podría haber terminado todo de mejor manera, de forma mucho más diplomática. Y aunque parecía que así iba a ser, a último momento por ataques de ira y tambíen de confusión perdimos el rumbo... o es probable que sólo yo lo haya perdido. Si volviera a ese momento de quiebre, si pudiera hacerlo, creo que no cambiaría lo que dije… más allá de que hoy por hoy haya momentos en los que me arrepienta, y otros en los que estoy totalmente seguro de haber dicho lo que debía decirse.
Y pedí perdón muchas veces, hasta llegué a aceptar culpas que no me correspondían, pero ya basta de eso. Y por más que ahora sí deba pedirlo, no puedo hacerlo porque lo que dije realmente lo siento, y en cuanto a las formas que utilicé al decirlo, pienso que no había otras… y sí las había no hubiesen causado el mismo efecto.

Lo que realmente me entristece es que todo lo que dije lo dije con la principal razón de lastimarla, porque de antemano yo sabía que con esas palabras daba en la tecla justa… con esas palabras iba a disolver tanta indiferencia, para luego transformarla en ira… y hoy por hoy quizás en odio. Y las cosas terminaron así. Ella mal… yo también. Pero con la diferencia que yo en parte me sentía satisfecho y descargado emocionalmente, porque me había quitado una espina que tenía clavada muy adentro.

Ahora la extraño mucho… todas las noches pienso en ella… en cómo nos conocimos, en el primer beso y en cómo aprendí de una “cuasi-relación” con ella… y no cambiaría este dolor presente por nada… porque con sólo pensar en una sonrisa de ella… en un beso… con sólo eso, se me dibuja una risa en la cara. Una risa con sabor agridulce, porque también me recuerda que no la tengo o que nunca la tuve realmente.

Y hoy me jactó de que supere todo esto para decir basta, pero muy dentro mío sé que si ella me llama, yo voy a acceder a lo que ella quiera, porque me gusta tanto hasta el punto de la humillación. Pero estoy seguro que eso no va a pasar, porque ella está bien sólo, o es probable que conozca a alguien más, es feliz así, y no está queriendo volver a verme… pero yo, eso es otra historia: yo sueño con ella y sueño con un futuro en que las cosas puedan ser distintas. Ella no tan destruida previo a conocerme, y yo ya curado de lo que pasamos juntos.

Pero si las cosas hubiesen resultado diferentes… con otro final… que lindo hubiese sido...